‘Machos alfa’ ha irrumpido en Netflix con la promesa de cuestionar los estereotipos de género masculinos. Una serie española satírica que aboga por las nuevas masculinidades. Pero se quedó en eso, una promesa.

“Feminismo” bajo el neoliberalismo en favor de la capitalización de los cuerpos, pedagogía barata metida con calzador y racismo sistémico velado son los ingredientes base para este cóctel. Las claves perfectas del humor típico español, pero con el aliciente de que es una “crítica irónica”.

Pero el feminismo deslumbra por su verdadera ausencia. La historia gira en torno a cuatro hombres que acuden, por vicisitudes de la vida, a un curso de nuevas masculinidades. Qué buenos hombres que quieren deconstruirse. Y no sería una frase negativa si los personajes masculinos no la hubiesen repetido hasta la saciedad con verdadera sorna.

Contra el feminismo y el antirracismo: ¡humor!

¿Hasta qué punto pretende la serie desmontar estos prejuicios tan tóxicos de la virilidad? Las acciones cuentan lo contrario. Se refuerzan los arquetipos de exmujeres locas que no trabajan, solo quieren la pensión vitalicia —que como padre corresponde abonar— para sí mismas y que con una llamada a la policía te meten en el calabozo. ¿Es esto un discurso en pos de las denuncias falsas? ¡Eh! Pero es humor.

Perpetúan los prejuicios de mujeres desesperadas, desquiciadas y alcohólicas. ¿Esta es su manera de romper los estereotipos de género? Ahora, aparte de ser unas señoritas en tacones, también hemos desbloqueado el nivel de alcohólicas estrella-coches en tacones. Pero es humor.

Toda la narrativa hace que empatices con ellos. También ayuda que se nos ha enseñado a ser más comprensivas con los hombres. Es decir, aunque uno de los protagonistas le sea infiel a su novia, no te da pena que ella rechace una oferta laboral por él. Porque “ha cambiado” por ella durante la historia, a pesar de que la espiaba, la seguía y, por supuesto, la engañaba. Pero es humor.

Pero ‘Machos alfa’ no tiene solo para las feministas, a las que alguna vez llama feminazis, también reparte para las personas racializadas y los homosexuales. ¿Qué sería de la comedia española sin meterse con las minorías? Bueno, no lo veremos con esta serie. Solo veremos cómo tratan a una asistenta latinoamericana con condescendencia, como si fuera tonta, y hasta se burlan de su acento. Cómo se cosifica y exotiza a las mujeres negras. O cómo en el culmen del metahumor meten en un monólogo “Yo siempre le estaré agradecido a los chinos” —refiriéndose a la pandemia—. ¡Pero es humor!

Raúl hablando con su novia, Luz. | Imagen: Netflix

Primero conocimiento, luego sátira

‘Machos alfa’ ha querido ser una sátira, pero no ha sabido de qué. Sin rumbo fijo, sin una “moraleja” clara, queda muy difuso cuál es el verdadero mensaje. Con quién simpatizar si con los hombres masculinos puteados o con sus irritantes parejas. Porque lo que cuenta el audiovisual es bien diferente de lo que pretenden vendernos. Las reivindicaciones del feminismo radical —aquel que quiere romper con todos los problemas del patriarcado desde su raíz—, quedan en papel mojado y pisoteadas por el «humor».

Me parece peligroso querer abordar las nuevas formas de masculinidad sin haber entendido el problema real de su toxicidad tradicional. Sin entender de verdad la complejidad del movimiento político que es el feminismo ni de las disidencias sexuales. Y sin ya meterme en los profundos problemas de racismo que se ven, pero que están muy normalizados porque es humor. Hay que hacer humor cuando se entienda el problema, no para convertirlos en dianas contra los que atacar bajo la a excusa de «sátira».

 

 

Imagen destacada: Machos alfa (Netflix)