30.000 personas a los pies de Robe Iniesta en el Auditorio Miguel Ríos fueron testigos del poder del arte, en directo, en todos los sentidos, en la parada madrileña de ‘Ni santos ni inocentes’.

Rivas Vaciamadrid estaba al borde del colapso en el primer fin de semana que vaticina el verano. Y con él, lo más bonito del calor: miles de personas en las calles, riendo, bebiendo, cantando. Todo lo que hace unos años nos arrebató una pandemia, en su máximo esplendor.

Vuelta a los escenarios: como siempre y como nunca

En esos meses encerrados, Robe se dedicó a preparar lo que a partir de las 21.30h de la noche se pudo vivir en el Auditorio Miguel Ríos. Y alrededores, porque nadie quiso renunciar a escuchar al maestro.  30.000 personas entraron en el recinto con una única característica en común: la admiración a la música de Roberto Iniesta.

Asistentes de todas las edades, camisetas desde Los Robe hasta Extremoduro, generaciones que sonreían por ser su primera vez o bien por orgullo de estar ahí de nuevo. Aun así, no quedó nadie sentado cuando, sin parafernalia alguna, Robe salió del lateral del escenario para llegar al micrófono con su guitarra en la mano.

Cuando la música es realmente arte, no necesita adornos. Lejos de empalmar unas canciones con otras para mantener la atención del público, llevar coreografías o grandes shows visuales, Robe hizo lo que mejor sabe hacer. Emocionar a través de la palabra. Ya sea a través de las canciones o las reflexiones entre estas: “Nada sabe de amor quien vuelve vivo”, “Tengo tantas cosas metafísicas que decir que me canso y decido no seguir hablando”… O la que dio pie al descanso de mitad de concierto: “Vamos a hacer una paradita para mear, beber o hacer lo que queráis, que estamos en un país libre. Eso sí, que no os vean”.

Rock transgresivo superviviente

El nombre de Robe se vincula tanto a la libertad que creó su propio estilo de rock, un género que de por sí huye de las normas. El rock trasgresivo que nació dentro de Extremoduro sigue más vivo que nunca a pesar de la muerte del grupo. También dicen que quien vive en la memoria nunca muere. Lo especial aquí es que el rock transgresivo no se detuvo con la banda, sino que sigue apareciendo en nuevas canciones: ‘Esto no está pasando’, ‘Puntos suspensivos’, ‘El hombre pájaro’ o ‘El poder del arte’.

Pero tras más de tres décadas sobre el escenario, el artista sabe mejor que nadie qué quieren los suyos. Por ello sigue creando a la vez que homenajeando los himnos que hicieron que le colocaron en lo más alto. Mientras que ‘Ama, ama, ama y ensancha el alma’ cerraba una noche histórica tras muchas lunas sin tener a Robe en tarima, ‘Salir’, ‘Stand By’ o ‘Si te vas…’ también estuvieron presentes.

Lágrimas, gritos, saltos, miradas de orgullo y admiración acompañaron cada acorde. Los Robe hicieron una actuación magistral con momentos en los que, en un mundo que no sabe parar y escuchar, lo único que acompañó a la luna en Rivas fue la acústica. Nueva o reinventada. Robe llevó el poder del arte más lejos de los nueve minutos que dura el último himno que ha añadido a su trayectoria.

Robe en ‘Puntos suspensivos’ | Imagen: María Minaya – Why Not Magazine

 

 

Imagen destacada: María Minaya -Why Not Magazine